Sobre nosotros

Desde que tengo recuerdos me reconozco pensando en formas y colores.

Entre mis aficiones infantiles pasar horas y horas rodeada de lápices y cuadernos era una de mis preferidas, así que contenta, feliz y sin levantar cabeza ni por un instante, me sumergía  en ese mundo que  para una niña tan pequeña como yo lo era entonces representaba todo un derroche de fantasía y de  imaginación elevadas al cubo.

A medida que pasaba el tiempo este placer por crear y transmitir se iba consolidando y llegaron los días en que lo dibujaba todo: lo que quería, lo que veía,  lo que sentía y lo que inventaba.

Por aquella época tuve el enorme placer de asistir durante varios años como alumna a la Academia de Dibujo y Pintura del gran maestro D. Alejandro Cañada, excelente pintor, grabador y profesor aragonés.

Atesoro experiencias muy auténticas y enriquecedoras de ese tiempo y del ambiente que se respiraba en el estupendo estudio que  por aquel entonces tenía el pintor en Zaragoza. Aprendí diversas técnicas pero principalmente el dibujo a lapicero, carboncillo y plumilla.  Era yo muy joven por aquel entonces y él me aportó su enorme sabiduría de gran maestro. Sin ninguna duda  puedo afirmar que fue una etapa con un alto nivel de disfrute, aprendizaje y dedicación.

Luego la vida me fue llevando por distintos derroteros y aunque cierto es que en ningún momento dejé de lado esta fascinación por crear, también lo es que le dediqué menos tiempo del que hubiese deseado.

Entras en una dinámica de tareas, trabajos, situaciones y compromisos que te llevan a asumir cada una de estas parcelas desde una perspectiva de necesidad, realidad o  prioridad. Sin embargo es una gran verdad que en muchas ocasiones esta forma de hacerlo no siempre coincide, o no lo hace con exactitud, con el hecho de situar en primer lugar lo que realmente nos apasiona y  más deseamos.

Mientras transitaba por estos parajes me organizaba los días al máximo para poder continuar con mi afición arañando minutos al tiempo.

De forma autodidacta, conseguía diseños realmente bonitos con lápices de color que me permitían obtener unos trazos y  unos  sombreados de impacto.

De forma simultánea comenzó a atraerme la técnica del pastel y me lancé a probar y a experimentar con ella. Al  tratarse de una técnica que se aplica directamente sobre la superficie de trabajo y permite realizar correcciones, tenía mucho en común con el lapicero y carboncillo que había aprendido a utilizar. Trabajaba tanto con barras como con lápices de suaves tonalidades consiguiendo en cada lámina un aspecto aterciopelado, suave, luminoso y muy natural.

Y hasta aquí una buena parte de  mi historia inseparable de mi pasión por el dibujo y la pintura.

Recientemente me propuse  crear mi propia técnica, una forma característica, personal y muy particular  de hacer que hablase “por mí” y “de mí”. Comencé utilizando únicamente rotuladores de múltiples colores con una gama de tonalidades infinita que va de los tonos más suaves a los más intensos.  Unos cuantos dibujos después descubriría una forma de combinarlos que me sedujo  desde el principio al proporcionar un fuerte nexo de unión  y un mayor realce de los colores: el bolígrafo negro.

A partir de ese momento y hasta hoy, láminas,  rotuladores,   bolígrafos y yo somos inseparables y cada minuto que tengo disfruto realizando originales diseños que van surgiendo de sus escondites, de mis recuerdos, de la  imaginación o de los sentimientos que experimento en cada momento.

Apenas  contemplo trazos y líneas rectas, me seducen las curvas porque hablan de suavidad  y me sugieren la sensualidad, el movimiento y la libertad. Unas crean círculos, óvalos o elipses, otras dibujan flores, pétalos o ramas y otras, originales formas, motivos y detalles que surgen de modo  espontáneo mientras fluyen, envuelven, rodean o acarician.

Espero que mis diseños os ilusionen, os gusten y os alegren y sobre todo que os permitan disfrutar tanto como a mí al crearlos y  compartirlos con vosotr@s.